¿Podrías compartirnos un poco de tu historia personal y hablar de la forma en que ésta se conecta a tu práctica artística? Creo que desde muy pequeña desarrollé esa sensibilidad que permite observar o crear desde diferentes ángulos de interpretación. Claro, ahora a mis 30, puedo ver con otros ojos esa experiencia. Durante mi infancia fui muy introvertida. En lo personal, no tuve una formación artística ni en mi entorno familiar, ni en la escuela Al terminar la preparatoria, atravesaba por una circunstancia familiar que me llevó por un camino de búsqueda personal. Tomé un empleo temporal en una cafetería cerca de casa, frente a la Universidad (UABC). Ahí mismo me inscribí en un taller de fotografía con el maestro Manuel Bojórkez y compré mi primera cámara análoga en un bazar de la calle cuarta, en el Centro. Quizá esa fue una pauta (consciente o no) para llegar a donde me encuentro hoy. Me maravilló el lenguaje fotográfico; el sólo hecho de crear imágenes a partir de luz y tiempo. Podía pasar horas en el cuarto oscuro, manipulando las formas, la textura del grano, de la sal. Ya en la Universidad, continué con mi formación fotográfica en el taller de Julio Blanco y presenté un trabajo sobre la indigencia en Tijuana (problemática social que ha crecido en los últimos años). Recuerdo que en uno de los recorridos en busca de personajes que quisieran compartir un poco de su historia de vida, me acompañó Saulo Cisneros, un artista de Tijuana. Al final, en la exposición de este taller sucedieron dos cosas maravillosas: Octavio Hernández, promotor musical y director de la revista TijuaNeo (q.e.p.d.) me invitó a publicar una selección de mi trabajo; y conocí a Hanna Silbermayr, una fotoperiodista de Viena que investiga sobre migración y desigualdad global, y a quien acompañamos en un recorrido por la canalización del río Tijuana, hogar de muchos indigentes e inmigrantes hasta el día de hoy. ¿Cuáles temas o asuntos tocas en tu trabajo cultural y artístico, y por qué? Qué medios prefieres usar en tu trabajo? En este camino hacia la autonomía creativa, me han interesado diferentes temas y he ido explorando en las estéticas que reconfiguran esa subjetividad: desde el surrealismo, el materialismo, la migración, la protesta social. Actualmente me interesa dialogar en torno al cuerpo como un ente constructor de identidad personal, colectiva y su relación con el contexto político, pero también como un espacio metafísico donde de formas a veces indecibles, la existencia cobra sentido. El cuerpo en movimiento a través de la danza, pero también la meditación; por ende, una relación entre cuerpo, mente y espíritu. Los soportes para navegar estas corrientes creativas han ido desde la fotografía, el cine documental, la danza, y la poesía, siempre la poesía como ese germen que está creando y generando nuevos microorganismos. ¿Por qué la expresión artística es importante en los movimientos de justicia social? Justo ahora recuerdo a Luis Camnitzer, un artista, poeta y teórico uruguayo al que tuve oportunidad de escuchar hace unos meses en Tijuana, durante el último Congreso de la Facultad de Artes de UABC. Realizó una crítica al mercado del arte y a las lógicas imperantes del capitalismo como métodos de manipulación; habló de su visión de la pedagogía freireana y la consciencia política; del arte como el pasaporte imprescindible para la salud mental. Pienso en el arte como la voz de los pueblos a través del tiempo, de la historia, de las épocas. Lo que da vida, lo que libera. Esa conjunción entre decir y ser, entre pensar y hacer. Atravesar los límites del lenguaje, de la mente, del territorio. Salir de la prohibición estructural y contar la historia que nos compete, pero no callar. El arte como esa luz que no se apaga, como flores para no olvidar. Hace poco, durante un taller en Tijuana, me sorprendía un poco de la reacción de mis compañeros al hablar de la danza ritual y la relación del cuerpo con lo político. Percibí esa tendencia colectiva de asumir lo político como aquello que sólo sucede en las esferas arcaicas del poder y la corrupción, y no como un entramado de subjetividades que aludan a la pluralidad. ¿Puedes compartir un poco sobre tu proyecto actual? Sensorama se ha ido tejiendo de muchas fibras áureas. Inicia como un proceso de escritura autobiográfica, hace ya casi cuatro años. La poética gira en torno al ritual personal de sanación a partir de dos experiencias personales: la enfermedad del cuerpo, la nueva sangre, y la muerte de mi padre. Además, en relación al contexto social y político, ha significado una suerte de alteridad necesaria para asimilar el duro golpe de la violencia y la negación de nuestros cuerpos: sean desapariciones, violaciones, feminicidios. Ha sido causal también la experimentación con otros lenguajes, como la integración poética de la música, el cine. Desde hace un par de años pensaba en un guión para cine a partir de la poética del libro; se trataba de una danza ritual con mis amigos y amigas más cercanos en Tijuana: la tribu; que además tengo la fortuna de aprender de sus propios procesos ya que son artistas visuales, bailarinas, músicos. Tuvimos una que otra reunión pero se fue quedando atrás por la circunstancia de cada uno: fuera trabajo, presupuestos –en mi caso, como productora-, etc. Realicé una primera experimentación audiovisual con mi amigo Checo y quedó chido, pero seguía con la documentación y el trabajo creativo, con el ritmo natural de la vida. Con Sensorama busco recuperar el carácter ancestral de la danza, pero también integro la ritualidad y performatividad de la danza butoh y la danza del vientre estilo tribal; ambas tienen una relación política, si se analiza su origen y su contexto. La primera, por ejemplo, la entiendo como reconfigurar el cuerpo con la mente y el espíritu a partir de un contexto de violencia, de guerra. Esos son los actos que considero verdaderamente revolucionarios, elevar el espíritu creador aun en tiempos de penumbra. Además de esas experiencias concretas de compartir procesos creativos, hubo muchas lecturas de investigación; conversaciones largas con mi compa Checo –artista visual del Norte-, relecturas, revisiones, correcciones; todo este proceso de escritura aunado a mi practica física-corporal. Me interesa absolutamente el autodidactismo y la transdisciplina, y Sensorama me ha brindado la oportunidad de ritualizar y colectivizar el trabajo estético. Por ahora me encuentro haciendo unas pequeñas adaptaciones para presentar la pieza escénica en el Festival de Literatura del Noroeste en Cecut, Tijuana, el próximo mes de noviembre; me encantaría que podamos volar toda la parvada, el maravilloso equipo formado hasta hoy. Además, trabajando en la parte operativa y de gestión. Tengo confianza en que el proyecto seguirá creciendo, como ese jardín poliforme del que hablaba antes. ¿Qué viene en el futuro para ti, artísticamente? ¿Qué es lo que más te gustaría aprender en este nuevo ciclo de tu práctica?
Deseo seguir aprendiendo en cada una de las áreas en donde he transitado. Además de seguir trabajando en Sensorama, y poder viajar a otras latitudes para nutrir mi formación escénica, tengo en mente la escritura de un guión para cine; una narrativa basada en un viaje por carretera que hicimos el año pasado dos amigas y yo: Carretera Salvaje. También, ahora que deambulo por este centro, he estado componiendo canciones junto a Las Hermanas Bastardas. Echándole fuego a la hoguera. Con las hermanas vienen procesos bien chingones, ya que sigo aprendiendo en base a la armonía, el ritmo, el pulso, la ecualización y esos bellos aconteceres musicales. Estoy por echar a andar un proyecto en el que he puesto el pensamiento durante un largo tiempo, y lo asumo como una manera lúdica de unificar y concretar mi ser pedagógico con mi ser poético. Crear comunidad a partir de procesos creativos. Además recién me he unido a la organización de una Caravana poética que recorrerá el país entre diciembre y marzo próximos, junto a Las Hermanas Bastardas y creadores que se vayan uniendo al proyecto. No sé aun cómo lograré equilibrar todo esto con la escritura de mi proyecto de titulación de la licenciatura, pero es algo que tengo en mi lista de prioridades. Esto porque aun cuando he decidido dedicarme enteramente al arte y la poesía, la investigación y la teoría me cierran el ojo coquetamente, y quiero seguir caminando y atravesando todos los engranajes que unen tanto mi locura como mi sentido a este mundo.
1 Comment
ASU's Performance in the Borderlands to Showcase "Voices of Power" in Metro Phoenix
TUESDAY, AUGUST 30, 2016 AT 6 A.M. BY LYNN TRIMBLE Phoenix New Times http://www.phoenixnewtimes.com/arts/asus-performance-in-the-borderlands-to-showcase-voices-of-power-in-metro-phoenix-8581450 Performance in the Borderlands, an Arizona State University initiative addressing the intersection of arts and culture with border-related issues, recently announced its 2016-17 season. The season includes a robust lineup of artists working in visual art, theater, dance, and music. Its theme, “Voices of Power,” reflects a focus on women of color in the arts, and their role in affecting social justice within and beyond border communities. Mary Stephens, producing director for Performance in the Borderlands, describes this season as her favorite to date. “This is a dynamic season that brings artists and cultural workers from both sides of the border together to change the politics and perceptions of the Sonoran Desert,” Stephens says. EXPAND Performance artist Yadira De La Riva. ASU Performance in the BorderlandsPerformance in the Borderlands launched during the 2003-04 season, and has engaged artists from Mexico, Argentina, California, and Arizona in exploring such issues as immigration, LGBTQ rights, and the Black Lives Matter movement. This season kicks off with a collaboration with ASU Gammage Beyond Resident Artist and Grammy Award-winner Martha Gonzales, whose public conversation and music demonstration at Phoenix Center for the Arts happens on September 13. The event includes a panel discussion with Liz Lerman, Jaclyn Roessel, Marlon Bailey, and Monica de la Torre. After that is Oasis, comprising an art installation and performances by Ana Teresa Fernandez, whose previous work includes symbolically erasing the U.S.-Mexico border by painting a portion of border fence to match the blue sky above it. Her site-specific installation at the Rio Salado Project on September 24 and 25 addresses land displacement, immigration, and water usage in the desert. It includes performances by several Arizona artists, including Raji Ganesan, Leah Marche, and Liliana Gomez. Visual artist Ana Teresa Fernàndez. Deanna Dent/ASU Now“We hope the season helps people recognize the contribution of women of color in the arts and brings a deeper awareness of the politics of place,” Stephens says. “This year we’re really interested in showcasing the work of women as political activists and visionaries.” October offerings include a bi-national artist residency by Yadira De La Riva focused on theater as a tool for social engagement. In November, Performance in the Borderlands presents Nogales, a performance piece using theater, media, and masks to explore Jose Antonio’s 2012 death along the border, at Mesa Arts Center. Also in November, Performance in the Borderlands sponsors Lluvia Flamenca, featuring local and international artists including Angelina Ramirez, at Crescent Ballroom. ADVERTISING inRead invented by TeadsIt’s important to showcase Arizona as an incredible place of artistic production, Stephens says, adding, “So often, we hear of Arizona as a place things go to die.” DJ and music activist Lynnée Denise. ASU Performance in the BorderlandsIn January 2017, DJ Lynnée Denise will share a performative lecture rooted in her work on Afro-futurism, DJ essays, and theories of African diaspora. And in May, Performance in the Borderlands will close its 2016-17 season with Más, a docudrama written by California playwright Milta Ortis, whose Disengagedplay developed with Rising Youth Theatre premièred in Phoenix during 2014. Más was inspired by Tucson Unified School District'sban several years ago of ethnic studies classes. Despite its focus on border-related issues, Performance in the Borderlands has implications far beyond the U.S.-Mexico border, says Tamika Lamb, a longtime collaborator with the ASU initiative and lead partner for this year's bi-national artist residency. Performance in the Borderlands presses people to dialogue about things like gender, religion, and geography that too often separate and divide them, she says. “It helps people be open and look at the physical and invisible barriers in their lives, and talk about ways we can all come together,” Lamb says. Correction: This post has been updated from its original version to reflect that Lluvia Flamenca is sponsored by Performance in the Borderlands, not presented by PIB, and that Rashaad Thomas is not participating in Oasis. |
Banner photo by:
Carlos Antonio
|